Hay algarabía general en el amplio espectro progresista latinoamericano y allende los mares porque la Cuba revolucionaria logró resistir tantos años de embargo económico norteamericano. El reconocimiento y levantamiento de sanciones por parte de Estados Unidos se vive como un triunfo. Pero también, esa alegría, se extienda como un velo opaco sobre algunas consecuencias de la nueva buena vecindad. La expansión del turismo y los servicios, dejarán algún regalo que ningún gobierno quiere recibir. Sigue leyendo
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