La asunción presidencial en Estados Unidos fue presentada como el triunfo de la democracia por encima de los violentos y “terroristas”. Las declaraciones han sido pródigas en ese punto y hasta el nuevo presidente, Joe Biden, afirmó con contundencia que “la democracia en América había mostrado su resiliencia”. Sin embargo, las escenas en las calles de Washington, el despliegue militar al efecto, no parecen indicar fortaleza. Más bien indica lo contrario. Militarizar las calles, restringir la circulación de los ciudadanos, antes que una señal de buena salud, indica que la democracia norteamericana tiene una fractura sin que sepamos bien el nivel de profundidad en la sociedad. Sigue leyendo
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