Si las elecciones del domingo 27 de octubre confirman los porcentajes de las PASO de agosto, entonces concluirá el gobierno neoliberal de Mauricio Macri.
La realidad económica y social, indica por sí sola, que el plan neoliberal no tiene ningún espacio ni posibilidad de vivir en Argentina. Porque lo que está en juego a partir del lunes 28, no es un plan sino la propia supervivencia de la sociedad que lo ha padecido.
Los hashtag y algunos titulares dicen “#SeVan”. Pero en realidad no se van. Es la realidad la que los echa.
Mañana habrá elecciones en Argentina para elegir presidente y renovar la mitad del Congreso. El resultado de la PASO (elecciones primarias de candidatos) de agosto pasado, dejó un panorama claro respecto del posible vencedor de mañana. El oficialismo representado por la alianza Cambiemos y el presidente Mauricio Macri tiene todo para perder. Si se verifica el resultado adverso, entonces habrá concluido el segundo plan neoliberal de exterminio de la economía argentina. En menos de un cuarto de siglo, el neoliberalismo llevó al país al default de la deuda pública nacional e internacional, liquidó la capacidad industrial instalada, alcanzo niveles récord de desocupación, pobreza e indigencia y esta vez, también logró que el país esté en recesión desde hace 18 meses. En términos estadísticos, el futuro se mide por una caída de 3,5% del PBI para el próximo año.
Según los datos oficiales, sobre un total de 44.938.172 habitantes, el 10,9% está desocupado, el 33,6% (13 millones) está debajo del índice de pobreza y un 6,1% engrosa el grupo de argentinos que se encuentra en la indigencia. Eso representa aproximadamente la población entera de la Ciudad de Buenos Aires (2.690.000 personas contra 2.890.000).
La inflación en el mes de septiembre alcanzó el 5,9%, lo que significa un 37% solo en los 9 meses de este año y suma un 53,5% en los últimos 12 meses y se espera que la inflación total para este año sea del 57%. El consumo está bajo mínimos y la actividad industrial en el mes de agosto alcanzó una caída del 6,9% en términos interanuales. La tasa de interés de referencia que establece el Banco Central de la República Argentina es del 68%, lo que significa un encarecimiento enorme de los préstamos para inversión y hacen prohibitivos los préstamos personales para consumo. Todo esto se traduce en una parálisis total de actividad económica.
El gobierno como negocio personal
El grupo de CEOs y empresario que llegaron al poder en diciembre del 2015, encabezados por el ingeniero Mauricio Macri, alcanzaron su objetivo por un exiguo 1% en el ballotage, contra la alianza peronista encabezada por Daniel Scioli. La mitad de la sociedad argentina eligió hacer un cambio, luego de 12 años de gobierno kirchnerista. Dos años después, esa misma porción de la población decidió redoblar la apuesta y favorecer a los neoliberales en las elecciones de medio término, en octubre de 2017. Pero dos meses después, esa misma porción de la sociedad tomó conciencia de las verdaderas intenciones de este grupo de empresarios. Un equipo que se vendió a sí mismo como “super ejecutivos”, honestos y transparentes en la gestión y el manejo de la cosa pública, y de una ética política republicana intachable.
En el mes de diciembre de 2017, el gobierno impulsó la reforma previsional y la reforma laboral. Era la segunda parte del plan que había empezado con la dolarización de los servicios públicos, la libre circulación y disponibilidad de capitales para entrar y salir del país, libre flotación cambiaria de la moneda, la eliminación de impuestos a la exportación agropecuaria y a las importaciones industriales. Ese combo estalló en junio del 2018, cuando se produjo la primera de las tres corridas cambiarias y devaluaron la moneda argentina en relación al dólar y al euro.
La operación especulativa del mercado de capitales se la nombra con el eufemismo de “corrida cambiaria”. Pero de acuerdo con la legislación argentina, es un delito en toda regla. Un delito que no se juzga aunque se diga que se investiga. En alguno de los cajones del Juzgado Penal Económico nº 7, de la ciudad de Buenos Aires, todavía puede estar el expediente de investigación de la corrida cambiaria de junio del 2014, encabezado por la banca J.P.Morgan y el banco HSBC, que provocaron una devaluación abrupta del 20%. Esa causa nunca se cerró ni tampoco se juzgó a nadie. La justicia decidió olvidarla.
Pero el porcentaje del 2014 es una nimiedad, comparada con las operaciones de junio de 2018, cuando la moneda norteamericana duplicó su valor en menos de una semana. En agosto de ese año se produce la segunda corrida del año (15%) y el riesgo crediticio del país en el mercado internacional alcanza los 750 puntos, el más alto de la región. El resultado de estas operaciones especulativa fue que el peso argentino se devaluó un 100,2% durante el año.
En lo que llevamos de 2019, el país soportó otra corrida cambiaria, lo que devaluó aún más la moneda en un 34%. Todo eso no hace más que complicar el panorama del pago de intereses de la deuda externa, que este gobierno la llevó a límites impresentables. La deuda externa argentina representa más del 100% del PBI del país.
La deuda externa nunca fue adquirida con fines de producción sino con interés especulativo. Por eso, una de las primeras medidas del gobierno de la alianza Cambiemos, fue la libre circulación de capitales. Se levantaron todos los controles. El gobierno y por lo tanto el Estado, miraron para otro lado cuando de capitales externos se trataba. La mejor prueba de ello es que entre diciembre de 2015 y marzo de 2019, el país se endeudó en 107.525 millones de dólares, de los cuales 106.779 millones volvieron a salir en el mismo período.
La crisis social
El efecto social de esta política puede verse reflejado en los informes periódicos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Según sus informes, durante 2019 tres de cada diez niños y adolescentes comieron menos que en 2018 y más del 13% de todos los niños, niñas y adolescentes directamente pasó hambre. En estos últimos 3 años, el riesgo alimentario creció a la par del aumento de la pobreza, que en este segmento, durante el 2018 llegó al 51,7 por ciento en la franja que va de los 2 a los 17 años.
Este es el panorama que deja el segundo plan económico liberal aplicado a rajatablas en Argentina. El anterior ya sabemos cómo terminó. La crisis económica y social del 2001/2002 y el default de la deuda externa. Los indicadores de esa vez no eran muy distintos de los actuales. La quiebra social y económica argentina se ve en la nula actividad económica que también se refleja con el escaso movimiento en las calles. Argentina no se ha declarado en default, sencillamente porque ha usado los fondos del FMI para sostener su proyecto dilapidador.
Peor no podía concluir este segundo plan. Una estrategia que los autores conocían perfectamente. No era un plan económico ni mucho menos político. Era un plan de tierra arrasada en favor de los negocios particulares de quienes asumieron la conducción del país.